Chile, el país ubicado al hemisferio sur del continente, y que se ha caracterizado durante los últimos siete años por
ser la economía más destacable en Sudamerica, nuevamente dio un golpe
autoritario a favor de las personas vulnerables; en términos educativos.
El congreso de Chile aprobó radicalmente la gratitud educativa en las ramas universitarias de pregrado.
Durante los diálogos, el
congreso chileno aprobó la norma que establece la gratuidad universitaria
al 60% más vulnerable y da luz verde para avanzar hacia la universalidad,
lo que sella una de las fases más emblemáticas de la reforma educativa
impulsada por la presidenta Michelle Bachelet.
Con 102 votos a favor y sólo
dos abstenciones, la aprobación de la medida -que llega dos meses antes de que
Sebastián Piñera asuma la presidencia del país- fue celebrada por el Gobierno
actual.
La iniciativa, que deberá
tener el visto bueno del Tribunal Constitucional antes de ser promulgada por
Bachelet, contó incluso con la aprobación de los parlamentarios del bloque
opositor Chile Vamos. Las únicas abstenciones fueron las de Cristina Girardi y
Ricardo Rincón, del oficialista Partido por la Democracia (PPD) y del Demócrata
Cristiano, respectivamente.
Una educación pública
gratuita, de calidad y sin fines de lucro ha sido el eje de las movilizaciones
que por varios años han mantenido los estudiantes chilenos.
Y,
¿COLOMBIA?
Floreciendo de los estratos
menos favorecidos es cuando los colombianos realmente podemos comprender
respecto de la difícil situación del país. Mientras muchos jóvenes permanecen
sumergidos en el diario aparentar en sus redes sociales, muchos otros maduramos
soñando bajo la prédica incesante de nuestros padres por “que la educación es
el único camino para salir adelante”.
Imagen web. |
Los colombianos hemos vivido
tan golpeados por el tormento del narcotráfico, la guerrilla, los paramilitares
y el terrorismo que no nos alcanzamos a percatar de todo aquello que nos
estaban arrebatando personajes políticos de la calaña de Samper, Pastrana,
Uribe e incluso el famoso Nobel de Paz. Sin refutar y confundidos en un mar de
cómoda ignorancia permitimos que poco a poco deterioraran los salarios,
deterioraran la calidad de la salud, deterioraran la calidad y el acceso a la
vivienda y deterioraran las relaciones laborales con el único ánimo de
enriquecer a los empresarios que pagaban sus campañas políticas.
Gracias a dichas prácticas el
gobierno de derecha intentó exterminar a la clase media de manera sistemática y
es por esa razón que nos encontramos frente a circunstancias en donde los hijos
de la nación, de 18 a 35 años, no logran independizarse de las casas de familia
o simplemente se resignan a sueldos miserables que los condenan a vivir en
apartamentos, en arriendo, de 45 metros cuadrados (en el mejor de los casos).
Las jóvenes familias que logran la tranquilidad financiera (diferente al éxito
financiero) son algunas que lograron escalonar su posición social en las
Universidades más exclusivas y, por lo tanto, más costosas y con mayor
empleabilidad de Colombia o en su defecto aquellas que tienen algún vínculo
político en el sector público.
Todo lo anterior lo hemos
permitido porque vivimos en un sistema educativo estandarizado, excluyente y
poco innovador que rezaga a su pueblo a programas insignia como el adefesio
de Ser pilo paga que lo único que logra es reforzar la brecha de
desigualdad entre la educación pública y la privada. La educación en Colombia
es un negocio que no tiene en cuenta las facultades de las personas y que busca
uniformar pensamientos para seguir órdenes de empresarios de los grupos
económicos de tradición.
En Colombia nos metieron el
gol del cuento de hadas de que “la educación es la única forma para salir
adelante”. Millones de colombianos nos quedamos esperando para que se cumpliera
la visión que tenían nuestros padres y nos enfrentamos a una cruda realidad en
donde el sistema nos dice: no va a pasar.
Como bien lo ha planteado
Yokoi Kenyi, couch de liderazgo reconocido en Colombia, “nuestros jóvenes son
importantes ahora” y no hay que seguir esperando para tomar la determinación de
abrazar la pasión de lo que somos. Nuestros jóvenes son capaces de producir y
construir material valioso en el mundo contemporáneo desde ahora. Por lo tanto,
es el modelo educativo colmado de segregación lo que no permite la
potencialización de los recursos de cada persona en su formación.
Colombia saldrá de la pobreza
el día en el que exista, no solamente, educación pública de calidad, sino que
se implemente un sistema educativo diseñado para las personas y no, lo que
sucede hoy en día, personas diseñadas para responder exámenes estandarizados y
salir a la vida laboral a untar al mundo de prepotencia y vanidad.
Con información del Diario
Clarín.
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